
El Señor es un mar donde puedo sumergirme siempre.
El es el horizonte poblado de misericordia donde encuentro mi propia confianza.
Alabó a mi Dios, mi escudo y fortaleza.
A nada temo . Su ternura de Padre que me acompaña y fortalece.
Me refugio en el silencio de su amor, diálogo en la profundidad de su gracia eterna.
Me recobró a mi mismo, porque la plenitud de su presencia me recuerda quien soy.
El me llama aquí y ahora.
Liliana Mellano
Ponemos a tu servicio un medidor del tiempo para tu meditación. Por favor pulsa aqui.