“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto; es un hábito.” – Aristóteles
En esta cita se resume la importancia de la constancia, que es un acto repetitivo que nos lleva a formar un hábito. Cultivar el arte de la constancia requiere de estos elementos:
1. Análisis de la situación o del objetivo.
2. Decisión para llevarlo a cabo.
3. Entusiasmo para iniciar.
4. Valentía y determinación para continuar cuando el entusiasmo ha disminuido.
5. Superar los obstáculos de la flojera y de la apatía recordándonos la razón por la que tomamos la decisión.
Una vez que nos encarrilamos en el arte de la constancia, nuestra acción empieza a ser parte de nosotros mismos. Lo podemos saber cuando por ejemplo, dejamos de hacer lo propuesto – podemos sentir que algo falta.
Al ser una acción repetitiva, formará un hábito y el hábito nos formará también, se hará nuestro.
Hemos entonces ya entrado a la magia de la excelencia!
Lucía Gayón
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La relación entre la confianza en ti y la de Dios es saber aceptar y ver la voluntad de Dios en los acontecimientos de tu vida