
Rompiendo el espejo
Esto es lo que escribió San Pablo a los Colosenses: “Corroborados en toda virtud por el poder de su gloria, para el ejercicio alegre de la paciencia y de la longanimidad en todas las cosas, dando gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de participar de la herencia de los santos en la luz”.
Debemos notar la calidad extraordinariamente positiva y de confianza de estas palabras – “en toda virtud por el poder de su gloria”. Esto es exactamente lo que es el Cristianismo. Es el poder vivir nuestras vidas en toda la plenitud en ese poder de la gloria de Dios y viviendo, como lo dice San Pablo, con fortaleza. Esto significa vivir con valentía, sin tener miedo a las dificultades tanto nuestras como a las de los otros. Pero aún más importante, sin tener miedo de Dios, pues estamos unidos a Él como nuestra fuente suprema del poder.
Uno de los malentendidos que algunas personas tienen de la meditación es que esto es algo pasivo. Lo ven solo como un rendirnos. Esto se debe a las palabras del vocabulario tradicional religioso como rendirnos, abandonarnos y auto-olvidarnos. Estas palabras tienen significado real, pero debemos entenderlas en la luz de la experiencia del poder y la alegría de las que habla San Pablo. Algo que te quiero sugerir es que una manera para nosotros de comprender lo que significa esta experiencia cristiana así como lo es el poder entrar en la meditación, no es tanto el rendimiento o el abandono, sino el poder tener empatía con Dios. Usando una analogía contemporánea, es como estar en la misma onda. Todas las ideas esenciales de San Pablo tienen sentido y resuenan en la misma frecuencia, en la misma onda con Cristo. Él lo llama unión con la fuente del poder. ¿Qué es lo que nos impide esta unión, esa co-resonancia?
Lo único que nos impide esto es lo que podemos describir como auto-conciencia, la sobre-auto-conciencia del egoísmo. No creo que sea una exageración decir que el pecado original es el de la auto-conciencia, pues la auto-conciencia da paso a la división de la conciencia. Es como tener un espejo entre Dios y nosotros mismos. Cada vez que nos vemos en el espejo nos vemos a nosotros mismos. El objetivo de la meditación es romper el espejo, para así dejar de ver los reflejos de las cosas y consecuentemente dejar de ver todo al revés, incluyéndonos a nosotros mismos. La esencia de la meditación es tomar radicalmente el reino del cielo. El espejo debe romperse. Jesús habla que debemos superar la auto-conciencia, el reflejo de nosotros mismos, y nos dice que nadie puede ser su seguidor si primero no renuncia a sí mismo.
John Main
Del libro: Momento de Cristo
Traducido por Lucía Gayón
Para la difusión gratuita de la Meditación Cristiana
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