
En el silencio, todo tiene su ritmo.
Somos seres en sintonía con nuestra soledad sagrada.
En la quietud de la meditación todo fluye con la riqueza del movimiento de la conciencia de Dios.
La meditación nos trae a través de la gracia de conectarnos y vibrar con la vida misma. Ese sentir nos pone siempre ante presencia Divina de Dios.
Liliana Mellano
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