Nos llevas a reflexionar acerca del hacer Divino en nosotros.
Pensar sobre el poder infinito de las palabras divinas nos hace ir despertando por experimentarlo, en lo que son, fuente inagotable e incesante de todo bien.
El habituarse a la escucha de lo que dice Jesús, va ablandando nuestro oído espiritual hasta llegar a ese goce prometido del que El nos habla.
Si bien somos peregrinos en plena noche oscura, misteriosamente somos también parte de la Luz misma.
En la pedagogía Divina todo es acertado, infalible, certero, fuerte, poderoso.
A pesar que hay textos que de manera explicita nos invitan a meditar a todos los llegas a amar incondicionalmente y de manera radical, los bebes como sediento.
En relación al meditar descubres entre tantas cosas, que todos te llevan a perfeccionar este hacer, este aprender a entregarte y descansar en el Amor Divino.
Atenta a lo que nos pides me siento especialmente movida por el relato correspondiente al evangelio de hoy, donde se nos comparte acerca de los diez leprosos que Jesús cura, todos parten, uno solo regresa, movido por la gracia desea agradecer el regalo de la sanación, regresa a Jesús en un estado especial, sano, despierto, conciente, rebosante de alegría, colmado de reconocimiento, de amor.
Este regresar confiando, resuelto, merece que el Médico Divino, que sin duda por saberlo todo sabía lo que pasaría, lo mire con tantisimo amor, la mirada de nuestro Señor en ese bendito del Señor, Jesús estrecha el abrazo, lo perfecciona y esto también sucede a nosotros cada vez que decidimos ir a su encuentro a vivir su Divina Presencia.
El leproso bien puede representarnos, el o también los otros nueve. Es esclarecedor y misterioso como se mueve la gracia, solo uno regresa para “cenar con EL”.
Entre tantísima belleza entre tantísimo resplandor que encierra cada palabra pronunciada por nuestro Señor, cada día me levanto con más sed de afinar la escucha espiritual.
El no se cansa nunca de repetirme:
Estoy junto a tu puerta y llamo si me abres cenaremos juntos.
“Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3,20)
Como así también.
Entra a tu cuarto cierra la puerta y tu Padre que está en lo secreto te recompensará.
“Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces en secreto, te recompensará”. Mateo 6:6.
Los quiero desde el amor Infinito de Jesús y María
Alicia Cristina Vinent.