Sólo la quietud externa e interna del cuerpo nos permite escuchar nuestro Cristo interior, y al lograr conectar, ningún pensamiento te distrae, así como llegan se van, y el ego se desmantela, no tiene donde apoyarse. Lo mantienen, los pensamientos constantes. Con la quietud interior se desvanece, y ahí solo sin prisa fluye la divinidad, el ser.
Susana Banchero
Uruguay
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