
La invitación es para hoy – John Main OSB
Lo que es igualmente claro en el Nuevo Testamento es que Jesús logró su misión en total abandono de sí mismo, entregando su vida al Padre: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Esto es exactamente el camino que debemos de seguir. Y esto es precisamente el propósito de la meditación. Renunciar a nuestras vidas, renunciar a nosotros mismos para absorbernos totalmente en Dios a través de la conciencia humana de Jesús, quien da significado a la muerte, pues da el último significado a la vida. La meditación es un camino muy poderoso si aprendes a repetir el mantra continuamente e incesantemente pues este es el camino para renunciar a nosotros mismos, el camino para entregar nuestra vida para entonces poder absorbernos en el infinito misterio de Dios.
La gente se pregunta: “¿En qué consiste la oración?” La experiencia de la oración consiste es salirnos totalmente de nosotros mismos, es salirnos incluso de cualquier palabra que describa la experiencia de la oración. San Pablo lo describe como la entrada a la gloria de Dios. Al repetir el mantra, entonces abandonamos las palabras ya que las palabras limitan la experiencia pues hacen de la experiencia un motivo de análisis. La experiencia es sobre el infinito y ninguna palabra puede describir la experiencia. Por esto, de nuevo te digo e insisto en que el camino es un camino de simplicidad, de percibir esto como un niño. Las palabras de Jesús que dicen “a no ser que te hagas como un niño” significan que debes encontrar esa capacidad de maravillarte, de recuperar esa inocente capacidad de maravillarte la cuál podemos tan fácilmente perder. Pero debemos de buscarla. Y la forma de encontrarla es a través del silencio, de ser, de ser en la gloria de Dios, de estar en la maravilla de su ser. Es por eso que el mantra tiene suprema importancia. Es por eso que soñar despierto es una pérdida peligrosa de esta oportunidad, pues encapsulamos al tiempo en vez de tomar la oportunidad para entrar en el momento en que nos perdemos a nosotros mismos para entrar en la presencia de Dios.
Escucha lo que dice San Pablo:
“Nosotros en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad. Para esto Dios los llamó por nuestro evangelio, a fín de que tengan parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo”. (2 Tesalonicenses 2, 13-14).
Estas palabras nos dan cierta idea de lo que se trata esta invitación – la salvación en el Espíritu. La salvación en el Espíritu significa que estamos totalmente desarraigados de nosotros mismos para la suprema libertad de ser en el Espíritu de Dios. La invitación es para hoy. “El reino de los cielos está dentro de ustedes”. Estamos llamados a ello de una forma muy práctica – de darle a lo eterno el primer lugar durante nuestro día. Es en la vida eterna en que nos salimos de la muerte y del morir. La última tragedia en la vida es no abrirnos a la vida eterna. La última tragedia en la vida es una vida muerta.
John Main
Del libro: Momento de Cristo
Traducido por Lucía Gayón
Para la difusión gratuita de la Meditación Cristiana
Pregunta de la Semana
¿Cuál es el obstáculo más grande para meditar y cómo se puede superar?