
Nadie podría convencerme que la Meditación Cristiana no es buena, porque ya lo experimenté y lo experimento cada día. No importa como llegue, siempre hay una nueva posibilidad de entregarme a Él en ese momento, ya sé la diferencia entre sentarme a meditar y no hacerlo.
Por otro lado, cada día estoy más convencida que la vida es un camino, cada cual elije cómo vivirlo. No hay una sola manera de llegar a Dios, no hay una sola manera de vivir la plenitud del universo. Cada persona elegirá por propia decisión, por tradición de su familia, por una búsqueda espiritual, cómo acercarse a las profundidades de su espíritu si es que así lo desea.
Todo parte de un paso personal, cada uno a su tiempo y en su momento. Por más que insista, solo el que acepta dar ese primer paso, va a permitir abrirse e interesarse en la experiencia de otros.
Patricia Di Marzio