Reflexión de Joaquín
Me ha ocurrido algo que me ha llevado a una profunda reflexión.
Hace unos días una persona contacto conmigo a través de las redes, diciéndome que había trabajado en el taller de mi padre, y que mi padre y mi hermano fueron quienes le enseñaron el oficio, hasta que le salió un trabajo en una empresa grande del sector. Y que por consejo de mi padre se fue, y allí fue donde trabajo hasta su jubilación. De lo cual el está muy agradecido a mí padre y a mí hermano que ya no viven.
Estamos hablando de los años 70, ya ha llovido.
El no se acordaba de mi mucho, yo tenía 11 años y el podría tener 19 o 20. Y que los recuerdos que tenía de aquella época estaban un poco borrados.
Eso sí se acordaba perfectamente de que mi madre, que al darse cuenta que el venía de un pueblo y a la hora de comer, solo comía un bocadillo, ella le sacaba una fiambrera todos los días con la comida que había en mi casa. Y le llevaba su fiambrera una fruta y la merienda.
También recordaba que en el taller mi padre tenía habilitado un sitio para dos personas que vivían en la calle.
Ya luego le pregunté por las personas que frecuentaban el taller y sus compañeros de trabajo, y no recordaba mucho.
Todo esto me llevó a una reflexión. Al fin el ser humano recuerda lo que le llega al corazón. Y lo que llega al corazón es el bien común.
Lo inolvidable es que ese bien que le hizo mi madre y mi padre, ese acto de tratar a este chico como si fueras tú, o como si fuera tú hijo, es lo que quedo en su corazón, y por lo tanto compartieron y a dia de hoy siguen compartiendo el corazón, porque ellos se metieron en su corazón y eso nadie lo puede destruir.
Sin embargo lo que no quedo en el corazón se diluyó.
“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?”. Y el Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”.
Perdonad que cuente algo tan personal, pero es muy significativo:
Lo que realmente mueve el mundo y se queda en el corazón, es el bien. Quizá sea por qué todo lo que hacemos se lo hacemos, nos lo hacemos a todos. Porque somos Uno en el Todo.
Pensemos entonces como estamos administrando este mundo, cuando matan personas en Gaza, o en Israel. Cuando las personas están pasando necesidad, hambre, injusticias, a mí me lo están haciendo.
Lo mismo que cuando alguien hace bien a quien sea, a mí me lo estan haciendo.
Reflexionar sobre esto es llegar a la conclusión que si yo hago bien a alguien se lo estoy haciendo a todos incluido a mí y es la única manera de que el mundo cambie. Y así es como la humanidad se va haciendo cada vez más humana.
Por lo tanto nuestro camino está lleno de Luz y de oportunidades para amar.
Administremos lo que Dios nos ha dado por entero, GRATIS.
Miremos a nuestro interior que ahí están todas las respuestas, y pongamos manos a la obra sin perder ni un solo segundo.
AMEMOS A TODOS LOS QUE SE CRUCEN EN EL CAMINO. Porque son oportunidades de amar, oportunidades de sanar el mundo, y es así como el mundo dejará de ser mundo y será el Reino del que Jesús tanto nos habló.
Joaquín Moguer
Cádiz, España
Hay un camino de interioridad que es el de la Meditación Cristiana que te lleva a experimentar la Oración Contemplativa y que tiene como objetivo aprender a hacer silencio para descubrir su presencia divina en tu corazón.